LA IGLESIA SIN FORMA

martes, septiembre 14, 2010

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“No importa dónde estés. No importa la hora. Ya sea que estés en la oficina el martes o en un partido de fútbol el sábado,

estás a la distancia de una sola decisión de la presencia de tu Padre.

No necesitas salir de la casa de Dios.

No necesitas cambiar el código postal, ni mudarte de barrio;

todo lo que necesitas es cambiar de idea.”

Max Lucado

Los cristianos1 estamos tan preocupados por la forma que el fondo del asunto comienza a no tener importancia. Es la constante dicotomía acerca de lo que se considera más santo, más impuro, más de lo que debemos y no debemos hacer.

Quisiera con libertad2 hacerle entender a la gente de la Iglesia que debido a la maravilla Gracia, estamos en una dispensación que es contraria a la que antecedió. Y que ésta anterior, hermosa quizás como fue, estuvo pronto a desaparecer3 … y desapareció. Hablo de la Ley. No estamos bajo La Ley. Primero, porque Cristo cumplió con todos estos requerimiento que ésta exigía para nuestra perfección; y luego, con su muerte, morimos a ella. Pero estos son asuntos que hoy no trataré. Lo que sí quiero hablar es sobre la sobre valoración de santidad que le damos a los medios y no a los fines. La iglesia4 en la cual nos congregamos no tiene y no puede tener más reverencia que otro recinto en el cual estemos, quizás viendo películas, o viendo una obra de teatro. Es el mismo sitio donde está Dios.

Todo esto responde al exagerado nombramiento de nuestras congregaciones como El Templo. ¿El Templo? ¡Por Dios, en qué tiempo estamos que estamos en El Templo! La historia anuncia que Tito en el 70 d.C. destruyó el Templo, y junto con éste, el sistema de sacrificios ceremoniales que la Ley exigía. Pero hoy día, a falta de saber, me encuentro que me atropellan mi inteligencia requiriéndome que tengo que guardar una reverencia extrema porque Dios está en el Templo. Pero si yo soy el Templo. El Templo donde habita Dios. Yo soy la Iglesia donde Él decide habitar5. Él deja de habitar en la infraestructura para habitar dentro de mí, todo yo, todo Él. Mis manos, sus manos, mis ojos, sus ojos, mi vida, Él todo dentro de mí. La reverencia más por un sitio, anuncia, más bien, mi ignorancia por Quien llevo por dentro. Y la estúpida reverencia porque Dios está aquí, me hace a Dios inalcanzable; tema éste roto absolutamente por Cristo en la cruz. Es Él con su irreverencia quien hace que Dios sea alcanzable, y Él ve mi templo defectuoso, maltrecho, malparado, deshabitado, ciego, desventurado y desnudo, y decide venir Él, no habitando en la pared, en el Arca, sino en mí con la Gloria postrera que es Él mismo.

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1. Cuando digo ‘cristianos’ me refiero a su sentido actual y no al etimológico. Es más una pretensión de tipo estigmática que de otra cosa.

2. Libertad, me refiero a la cronológica, la cual no tengo ahora. En otras palabras, no tengo tanto tiempo.

3. Hebreos 8:13

4. ‘iglesia’ con minúscula para indicar la local, no ‘Iglesia’ la cual es más profunda de entender.

5. 2 Corintios 6:16.