LA MALDICIÓN DE LA LEY

domingo, diciembre 04, 2011

1 comentarios





"Dios es tanto más Dios Cuánto más inaccesible resulte"
 
José Saramago 


Propuse, en mis noches de insomnio, hablar acerca de lo que yo, parapeto de escritor, cavilo asombrado de los quehaceres que nos imponemos, y, por qué no, nos imponen inclementemente los adalides eclesiales. Sí, esperé también, insistentemente, a la respuesta que usted, Licenciada y mujer excelsa, continuara hablando de las puertas que, sin querer usted o yo, nos cerraron, el tiempo y las múltiples ocupaciones que, a la altura del partido, no vienen tanto al caso.

Por ello, cavilo. He dicho nuevamente cavilo, porque, sin duda, es mi opinión que no es la de la gran mayoría de donde nos congregamos, quienes, de buena voluntad, pero mucho atrevimiento, trastocan los momentos dispensacionales abruptamente; y yo, quedándome, como siempre en la Gracia que vivo y no la que me predican.

Y me imaginé a Moisés a punto de partir de este mundo, dando sus últimos retoques fúnebres, y dando Bendiciones, y nombrando a Josué como su sucesor. Pero me sorprendió a mí, que no puedo con las normas que me obligan a cargar, con las palabras de éste: «Este mandamiento que hoy te ordeno obedecer no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. No está arriba en el cielo, para que preguntes: "¿Quién subirá al cielo por nosotros, para que nos lo traiga, y así podamos escucharlo y obedecerlo?" Tampoco está más allá del océano, para que preguntes: "¿Quién cruzará por nosotros hasta el otro lado del océano, para que nos lo traiga, y así podamos escucharlo y obedecerlo?"  ¡No! La palabra está muy cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón, para que la obedezcas. Hoy te doy a elegir entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal. Hoy te ordeno que ames al Señor tu Dios, que andes en sus caminos, y que cumplas sus mandamientos, preceptos y leyes1 Y mi sorpresa fue al encontrarme con algo que yo no entendía: Por qué el Patriarca decía esto y, mucho menos, ahora en esta altura de la historia, se habla del mandamiento como nuestro. Y entendí, sin duda, como generalmente suele suceder, que siempre es más fácil decir algo que vivirlo. Y que es más cómodo, desde la posición de Moisés, casi empacando maletas para la vida desconocida, decir que este mandamiento no es superior a mis fuerzas o que no está fuera de mi alcance. Y me di cuenta, en mi afán de ‘agradar a Dios’ que fracasé en el intento porque, como es lógico, hay cosas que me agradan y que no están dentro del canon de lo correcto. Sí, ya sé, de primera mano, que sí: los mandamientos estaban fuera de mi alcance; que parecía que estaba en el cielo y necesitaba que alguien viniera a salvarme, que lo cumpliera por mí. Y también estaba casi del otro lado del océano donde, inútilmente, traté de nadar y Dios me ayudaba a naufragar constantemente. Y logré, en mi interior, saber que amo a Dios, pero que me costaba al cansancio estar a la altura de los mandamientos, preceptos y leyes.  

Fue ahí cuando, estimada compañera de baile, caí en la cuenta de lo que yo no alcanzaba hacer, muy a pesar de lo que se me exigía, y que tuve un desparpajo de alegría al considerarme impedido para tales asuntos, porque lo veía a Él, a Jesús, viniendo del cielo para darle el cumplimiento a mis intentos por llegar a la luna. Que el Cristo preexistente me sirvió de puente entre mi océano y el otro más allá donde no iba a llegar porque me era increíble por mí mismo. Que a Moisés le fue muy fácil decirlo, pero a mí –y de paso, a la humanidad-, nos costaba imposibles noches de insomnios. Y sí, estaba en el cielo; y sí, estaba más allá del mar; y sí, por supuesto, Jesús lo hizo todo por mí.





1.      Deuteronomio 30:11-16


PAUSA REQUERIDA

martes, septiembre 20, 2011

0 comentarios
Después de escucharla en el anterior escrito (porque me pareció escucharte, no leerte), resuelvo vehementemente quedarme sentado esperando que usted, amada morena picante, me dé la ocasión de la segunda parte de lo que, en primera parte, señaló.
Y suscitan para mí, analogías cuando leo a Borges en su epígrafe, cuestionando el castigo de un Dios al enfrentarnos con la inmortalidad.
Aprecio, en gran manera, leer que es Jesús quien nos otorga, a manera de reprimenda, por encima de nuestros errores manifiestos y zozobras llenas, vestirnos de eternidad cuando como Esperanza esperamos en Él. Y creo que este Jesús siempre optó (¿opta?) por lo difícil: la vida eterna más allá de lo sabido.
y pensé, al escucharla relatar (porque insisto en no leerte, sino en escucharte) aquello que el mismo carpintero dijo, hablando de puertas en la iglesia: las del Hades, no prevalecerán en contra ella (1).
Y fuera de los argumentos que usted, mujer liposuccionada, hará en contra de la Religión, no puedo pasar por alto lo que pensé al unir a Borges, Benedetti, a Cristo y a usted, entrañable licenciada y abogada, en que este Jesús resucitado, fuera de toda lógica humana, nos regalara desde su inmortalidad, el castigo hermosos de la eternidad.
La dejo, pues, para que nos diga más de su asunto primario, y me disculpo por interrumpir, casi sin saber, qué escribirá después.



1. Mateo 16:18

IGLESIA SIN PUERTAS I

miércoles, agosto 24, 2011

0 comentarios

"¿De qué otra forma se puede amenazar que no sea de muerte? Lo interesante, lo original, sería que alguien lo amenace a uno con la inmortalidad."Jorge Luis Borges


Leer a Borges supone un viaje interespacial muy interesante. Hoy es el 112 aniversario de su nacimiento y me tropiezo con esta frase de su autoría y su lectura y análisis motivan la escritura de este post que ya se estaba gestando en mi vientre.

Razón tenia Borges al lanzar tal expresión, amenazar al hombre con la muerte carece de originalidad. Bien lo decía Benedetti:

"reconozcamos que la muerte hace siempre
una justa distribución de la nada
sin plusvalías ni ofertas ni demandas
igualitaria y ecuánime
atiende a cada gusanito
según sus necesidades
neutra y equitativa
acoge con igual disposición y celo a los cadáveres
suntuosos de extrema derecha

que a los interfectos de extrema necesidad
la muerte es ecléctica pluralista social distributiva insobornable
y lo seguirá siendo
a
menos que a alguien
se
le ocurra
privatizarla"

Una vez más pienso en Dios y la literatura, y recuerdo que me apasiona lo uno, porque lo otro es pasión, que me llena uno, porque lo otro es llenura, y que sólo un gran literato como Borges me pudo llevar a sacar tal conlusión: Es Cristo el único ser supremamente interesante y original, quien no sólo nos amenaza con la inmortalidad, sino que por gracia y por amor nos la regala, o más bien, por gracia y por amor Él se regala, por que Él, es la Vida.

Vaya lío en el que algunos nos hemos metido, para nadie es un secreto que "a veces la vida provoca más angustias que la muerte"1, pero cuando se nos ha dado aquel regalo, es imposible escapar de la vida y de la Vida, y la amenaza de muerte, además de no ser interesante ni original, se vuelve absurda e insignificante.

Hace unos días un amigo me comentaba acerca de "dar de gracia, lo que de gracia hemos recibido" un capitulo más del libro de Gramática Humana, donde la palabra humanidad es sinónimo de miseria y absurdo... Al hombre, no bastándole con amenazar con la muerte y gastar millones en la construcción de armas para la destrucción de su propia especie, pretende exigir de otros aquello que por gracia se les ha dado y que el no es capaz de entregar, y así nos acostumbramos a ver escenas de vida patéticas al adentrarnos en las relaciones humanas. Espero con ansias la publicación virtual y por medio físico de tal libro.

1. Poema de Mario Benedetti