UNA VERDAD A MEDIAS

martes, julio 23, 2013

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“Y contestándole Jesús le dijo: no puede nadie ir al Padre sino es a través de mí;
porque yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”
Juan 14:6

El hombre es un buscador de una verdad. Somos insistentes en buscar sentido a la realidad que vivimos. La Humanidad no cesa de encontrar pequeños aciertos que se constituyen en centro de su andar. Claro, estos aciertos no son la Verdad. Quizás son parte de la misma pero no es aquella que predomina de absolutismo. Mi verdad, por tanto, no es la verdad de aquel que no ha vivido en el calor inclemente de esta ciudad, o no ha visto un monocuco o una marimonda. Nuestras verdades distan, pero esto resulta por el afán de entender el porqué de nuestra existencia, de nuestro paso por esta tierra.
No obstante, la verdad no es la Verdad. La Verdad es abarcable, cognoscible, insuperable desde nuestro quehacer como seres humanos. Y es, al mismo tiempo, debido a las deficiencias de la misma, inabarcable e incognoscible porque no podríamos entender más allá de lo que Él mismo quisiera enseñarnos. Mi verdad no es la Verdad. Jesús como Verdad absoluta no puede ser envuelto en verdades a medias, a destellos de saberes, a pequeños componentes de realidad. Porque, también, nuestra realidad no es esa Realidad: inmarcesible, intachable, indescifrable. Y que nosotros –porque es la razón humana- minamos un camino de aciertos cortos, uno pegado al otro, uno mejor que el otro, como si la suma de éstos pudiera componer esa Verdad. Este Jesús cognoscible y abarcable se da en la medida de estas insuficiencias de limitación; así lo vemos, así lo vivimos.