“Cristo es el hombre para los otros,
verdadero hombre y verdadero Dios.
El Tú eterno se encuentra solo, en, con y bajo el Tú finito.”
John Arthur Robinson
Estaba decidido a escribir acerca de la literatura y su similitud (o igualdad) de Cristo con ella. Pero antes de exagerar mis estudios recientes, y de mortificar a la iglesia, he pensado en aquella clase de lingüística que recibí hace poco tiempo, y cómo el logos planteado por Platón puede servirme para explicar asuntos de Él, el Verbo de Dios.
Platón esboza dos componentes importantes de una unidad mayor. Éstos son el onoma y el rhema. Onoma es definido como “aquel que realiza la acción”, y el rhema como “el nombre de la acción”1. Con el tiempo, la gramática tradicional acuña, encima de éstos, los títulos de nombre y verbo, respectivamente.
Onoma y rhema, como dije anteriormente, hacen parte de una gran unidad gramatical, que Platón llama logos, que en su propia cronología pasó a ser pensamiento u oración. Aristóteles, por su lado, no se conforma con sólo dos elementos dentro del logos, e incluye el syndesmoi: un conector o conjunción2.
Pero, entonces, me pregunté cómo encajaría Cristo en esto, si Él es la Palabra. ¿El Logos es una oración con sujeto y predicado? “En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.” 3 Este Verbo, heredado de nuestras traducciones tradicionales, es la palabra Logos; pero el logos no es sólo un verbo (el cual sería un rhema), ni siquiera un nombre (onoma); el logos es la unión de éstos, y el Logos es esta misma Palabra que ostenta estar más allá de un estudio superficial semántico extendiéndose a una totalidad connotativa de Palabra que incluye unas palabras; la Palabra absoluta que se faculta ella misma en Su naturaleza plurisignificante compuesta por unos elementos –onoma, rhema, syndesmoi-: unas palabras 4. Entendí, luego, que Él es la Palabra no una palabra
Y Cristo es esta Palabra, es la Palabra hablada de Dios y manifestada luego. No es una palabra indefensa que denota sólo un significado, es la Palabra que tiene palabras que encierra un gran tratado5 , haciéndose visible en la humanidad de Dios. El Logos plurisignificante que es Dios mismo y Creador de todo. El Verbo que acciona, pero también el Nombre sobre todo nombre; y luego, el conector y Mediador de un nuevo pacto fusionados en un Pensamiento. Es una oración en la encarnación: “La Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros.” 6 El Logos de la creación, de los patriarcas, de la ley escrita, éste que se manifiesta en la humanidad, en una rueda continua de sus palabras y de Su naturaleza Palabra, dejando a más de uno con la boca abierta y sin palabras.
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1. “Tres momentos estelares de la lingüística” Instituto Caro y Cuervo.
2. Ibid.
3. Juan 1:1 NVI.
4. Por ejemplo, el asunto del Pecado y los pecados.
5. Tratado o estudio son otras traducciones que se le han dado a la palabra logos.
6. Juan 1:14 PDT.
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