ADVERSARIO

martes, agosto 22, 2017





Pensar en un mundo espiritual... Me cuesta tanto entenderlo y comprenderlo.
A pesar de ser Teóloga, siempre he tenido la idea de que solamente existe el lado del bien, ese lado bueno de Dios donde todo está plagado de cánticos, de alabanzas y de paz.
Nunca me he imaginado el lugar opuesto, el negativo; del que pocos nos atrevemos a hablar. En mi posición, siempre le he visto el lado bueno a la humanidad y pienso que no hay nivel de maldad cercano a mí por el tipo de personas que me rodean, que siempre tienen una buena intención y que los caracteriza la confianza que depositan en la creencia de que hay aun en este mundo un ápice de bondad. Por esta razón me cuesta entender el lado del adversario, del malo, del que quiere dañar.

Refiriéndome a mi experiencia de vida, siempre tuve a mi lado una madre que me hizo ver a Dios como el padre bondadoso y no castigador, que me mostró el lado más sublime del propósito del existir de este mundo, pero que a su vez me enseñó el escepticismo para mirar el lado espiritual negativo; siempre me dio una idea de que el mal habita en los sentimientos oscuros de algunos seres humanos, pero que esto nunca se materializaba en forma de fantasmas o duendes de cuento. Ahora que he tenido que comerme una cantidad de información teológica, de estudiar tanto para llegar a entender un poco este rollo largo que es Dios, la espiritualidad y la humanidad;  jugando un papel que proyecta el fin por el cual se creó la vida, he llegado a la conclusión de que detrás de este telón que es el batallar diario en esta tierra, sí hay un hoyo negro que quiere succionar la espiritualidad positiva.

Y la ciencia, ¿Lo avala la ciencia? Lo desconoce la ciencia. ¿Y la religión? Muchas también lo niegan o lo transforman el algo más lógico. En mi caso, mi creencia desconoce un 70% de ese lado sobrenatural negativo que tiene todo este cuento en donde mal y bien pelean teniendo al ser humano en medio.

Aunque he preferido creer en ese ápice de bondad terrenal en la que creen los míos, no puedo desconocer que algo negativo ejerce poder en el mundo y en la humanidad. Prefiero seguirle dando la espalda a ese pasadizo oculto que quiere descubrir la teología liberal. Quiero creer en que las nuevas generaciones van a tener una mentalidad más consciente frente al cuidado de la vida desde todo punto de vista; tengo la confianza de que ahora hay personas tan buenas como lo fue mi abuela, que hay mujeres tan entregadas e intachables como mi madre y que hay hombres honestos que quieren gobernar con equidad y que no quieren hacer la guerra. Que la maldad es un cuento de hadas y que quiero mimetizar esa forma sagrada que mi madre me inculcó al verla cómo respetaba la integridad de las personas a su alrededor. Quiero ser mejor, quiero ser ese ser humano que no se autodestruye y que entiende que en algún lugar del universo hay un creador que me hizo para el buen propósito de entregar luz.

 “Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.” 
 Habacuc 3:17-18  Biblia Reina-Valera 1960 (RVR1960)

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