(paráfrasis)
Pero
no le escribo por eso, esta carta se la envío…, me parece justo enterarla;
y
porque me gusta escribir cartas, y tal vez porque llueve.
Cortázar
Me
ha tocado mandarle esta carta, en vista de que nuestras vistas han sido
escasas. Sí, ya sé que usted lidia con la Educación y eso requiere un esfuerzo
mayor; sobre todo con esos niños que, uno no sabe, de dónde han salido. Puedo
entender a plenitud su necesidad. Por eso le escribo esta carta, antes del
mediodía, antes que el sol brille más y salgan las bestias defensoras de cosas
que no hay que defender.
Aquella
vez, no se lo he contado, ese compañero del colegio –a quien no veía hace
tantos años, y cuyos pasos y voz me parecieron más lentos que mi recuerdo-
seguía siguiéndome por todo el centro comercial. Yo ocupado en estar solo –ocupaciones
trascendentales, ya me conoce- y él pisándome el ritmo de una conversación por
la otrora vida. Pero me sorprendió con preguntas raras que hace la gente cuando
uno ha olvidado el pasado, o cuando uno pretende que nunca existió y lo llena
con memorias de hoy, que pueden ser más agradables; esos pensamientos de
tolerancia y de aceptación que ahora arraigamos intentando y pretendiendo ser ‘los
mejores’: “¿Todavía estás en eso del
Cristianismo?”, me preguntó como quien guarda la esperanza de que haya sido
una historia pasada.
Entonces,
estimada vendedora de accesorios, la pregunta me pareció un absurdo, un juego
traído de los cabellos. ¿En eso del Cristianismo?, pensé pensando en los ismos fastidiosos que la componen (ya
sabrá algunos: evangelismo, luteranismo, mormonismo, blablablá). Y sentí una
pena ajena, no por quien preguntaba únicamente, sino por mí, de ese otro yo que
no supo qué responder, si estaba en eso del Cristianismo. Si existía un
concepto de Dios dentro, no de una organización eclesial –que al caso da igual- sino en la vida; y si el
Cristianismo es o no la Iglesia que creo que habito y me habita.
Así
las cosas, compañera de luchas en el Parque Washington, no supe dar una
respuesta. Y recuerdo, pues, aquel otro que nos invade con vehemencia –sé que
me he extendido un poco, lo siento mucho, pero téngame paciencia-, confrontando
con una cristiandad extraña, inverosímil, inadmisible, ese cristianismo que me
preguntaron en El Portal. Y que hubo otro que me preguntó que si no éramos del
mismo bando para que discutiéramos así. Y yo lo pensé bien y concluí que no.
No. No quiero que me vinculen con esa gente cuyo cristianismo es un ismo, cuya manera de proceder es
ignorando la alteridad –tema que nos viene bien-. No, no puedo estar en un
cristianismo como religión que segrega y cuyo concepto de Dios únicamente se
basa en la Santidad o en Su Soberanía, pero nunca en Su amor. No, no quiero
decir que estoy en eso del Cristianismo porque eso dista de la Iglesia. Porque
conocer a Dios no es sólo una ideología política y social. No quiero que me
asimilen con aquellos que se creen seguro de su Humanidad y que atropellan cristiánicamente al otro. Ese
Cristianismo no es el mío.
En
ese orden de ideas, sé que he cerrado tantas maletas en mi vida, he hecho
equipajes que, casi siempre, no me han llevado a ninguna parte, y que estos
días me llenan de sombras y correas, porque cuando yo veo las correas de las
maletas –ese Cristianismo- es como si viera sombras, elementos de un látigo que
me azota indirectamente, de la manera más sutil y horrible. Pero hice las
maletas, le avisé que es imposible instalarme ahí.
2 comentarios:
HE HUBIERAS DICHO LA VERDAD ERES HUMANISTA.
Guardián, aunque escribas en mayúsculas -que no cosas mayúsculas -, debes usar las tildes y someterte a los signos de puntuación; a menos que ahora - que no creo - se te haya dado por ser un emulador del Viaje del Elefante, de Saramago.
Eso, por un lado.
Por otro, debo manifestarte que sólo hace unos días me enteré de quién eres... Y pensé y me inquirí, sorprendido:"¡No puede ser! ¿Será el mismo que conozco?". Y sí. Sí pudo ser: eres el mismo, eres tú, o mejor, tú a manera de un remedo de ti mismo. Porque en eso, mi afanoso amigo, has venido insistiendo en querer convertirte.
Quería tener otras - no mejores- palabras para ti, pero ante tus arremetidas, me veo obligado a manifestarme en otros términos.
Guardián, no es raro que tus expresiones vengan plagadas de enredos y sinrazones. Esto es apenas natural, a juzgar por los que has erigido en tu vida como líderes o guías...; ¡qué sé yo! Guardas una absoluta lealtad a su discurso; tanto, que te asomas como la longa mano perfecta de sus pamplinas y apreciaciones bagatelares.
Y no son caprichosas mis palabras. No. Es que hace unos días, me di a la tarea de escudriñar en el discurso de tus maestros. Y como era obvio y de esperarse, nada pude escudriñar, porque nada profundo había en sus exposiciones: sólo lugares comunes, aburridos clichés y recurrentes mofas y reproches hacia quienes están en desacuerdo de sus posturas. No vi algo que provocara mi apetito espiritual o, por decir menos, mi testarudez académica.
Guardián, en verdad eres tan ciegamente leal a ellos, que sólo te faltaría una figura ventripotente.
Mira, hasta creo que estás hecho a imagen y semejanza de tus maestros. Incluso, les igualas en la forma socarrona de referirse a los católicos y a las demás personas entregadas a otros cultos. Podría decir, entonces, que no sólo eres el remedo de ti, sino también el de ellos.
Pero, aquí, una inquietud: acaso, ¿la idea no era estar hechos a imagen y semejanza de Hashem? Bueno, eso no importa. A fin de cuentas, de lo que menos sabes -porque se hace evidente- es acerca de Él. Afortunado serías si hubiese si quiera un ápice de Su esencia en ti: por lo menos, y en gracia de discusión, reconocerías los momentos en que debes callar y aquellos en los que debes callar aún más.
Por último, y por miedo a incurrir en galimatías - a propósito de los tuyos -, te sugiero tomar juiciosamente lo que ahora te he manifestado. Tómalo con calma y con gusto. No repliques atropelladamente ni prorrumpas en tonterías. Tómate unos días y unas copas de vino, pero de un buen vino, no del Kool-Aid del que hablan por allí algunos, para confundir a la gente. Y por qué no, fumate una que otra cosita, a ver si esa concupiscencia o ese factor humano que te afanas en esconder, queda expuesto de una vez por todas, y así te dejas por fin de andarte con tu dedo señalador..., no sea que tú también termines siendo como nosotros.
Mejor, ven, y sobrellemos las cargas...¿No te suena?
Bueno, alli te dejo mis consideraciones. No tengo más - bueno, en lo que respecta a ti. Ah, y recuerda que de eso que siembras, de eso recogerás. No nos pidas más, si muy poco nos das; y no nos pidas menos, cuando en abundancia nos has dado.
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