EL REINO VACÍO DE UN DIOS INAMOVIBLE

martes, enero 07, 2014



“…porque de ellos es el Reino de los Cielos.”
Mateo 5:3

Las iglesias de nuestro medio han vivido siempre un constante seguimiento a cada moda espiritual que se aproxima. Hace algunos años, se ventilaban problemas acerca de los mensajes subliminales en toda cantidad de canciones, haciéndonos temerosos, incluso, de escuchar tontas canciones infantiles con el peso de que éstas tuvieran una alabanza indescifrable para el diablo. 

Luego vino la prosperidad. Y ahí se quedaron muchos: el miedo de lo que se no se da en cantidades monetarias, se traducía en una especie de maldición de un Dios interesado, sin duda, más en el dinero y en nuestros bolsillos que en nuestro corazón. 

Así, de rato en rato, las modas nos fueron llegando: la Escatología Bíblica, la Guerra Espiritual, la Sanidad Interior, etcétera, etcétera; según los requerimientos de los grandes referentes extranjeros, y nosotros con las sobras de lo que le sobra. 

Ahora bien, en estos últimos tiempos la moda eclesiástica es aquella que tiene que ver con El Reino y la Conquista. Todo se vincula a una especie de Reino de los Cielos que es visible en gente que habla de ella, vive en ella y conquista a otros para ingresar a un Reino cuyo rey, se presume, es Dios. 

Así, pues, ese discurso monárquico, que se deletrea, sin temor a equívocos, en una dictadura inclemente, crea una línea divisoria entre quienes están vinculados más al sector jerárquico primario con Dios, y aquellos que serían, como en cualquier reino, vasallos de un poder inamovible. 

Dicho lo anterior, la dialéctica de este Reino es una preocupación por todo, menos por lo que Jesús dijo, en hechos prácticos, cuando aducía que el Reino de los Cielos se había acercado, traduciéndose en la solución humana por la existencia. En el leproso sin respuesta, en la puta perdonada, en el ratero absuelto, en el enfermo sanado o del muerto resucitado con un grito. El Reino de los cielos del que habla Jesús debe entenderse en ser la extendida mano de Dios por resolver, a los otros, las necesidades de su corazón; y de la aceptación sin reparos que Jesús hizo desde su perspectiva de reino. 

Me preocupa –e incluso el miedo me golpea- cuando, la iglesia absurda que tenemos, está más preocupada por un tal Reino inservible de agendas, lugares, proyectos, pero no de personas. Me da por pensar que nosotros, estos tristes cristianos avasallados, estamos más pendientes de un Reino inverosímil que lo que el mismo Jesús lo estuvo. Justo ahí tomo aire profundo y me río de las coronas de cartón que nos hemos puesto los de sangre azul creyendo que brillamos en la oscuridad.


1 comentarios:

Anónimo dijo...

es que suele suceder que creamos que con estar metidos de domingo a domingo en una casa donde se realizan cultos ... o que por que delante de las demas personas no hagamos lo que nosotros mismos hemos denominado que esta mal.. asi hemos hecho suficiente para agradar a Dios y se nos olvida que esto es de todos los diaa y de cada lugar ser cristianos a mi modo de ver es tratar de hacer con los demas lo que jesus ha hecho con nosotros sin juzgar eso si ... tratar de vivir en Dios y para Dios ... no para que los demas nos vean como aptos o no para ir al cielo al fin y al cabo eso no importa quien tiene ti sentencia final es Dios.... sabe tus delitos y cual culpable o inocente eres de lo que te acusan algunos que son iguales a ti

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